sábado, 9 de junio de 2012

Teleportación cuántica e identidad de Rajoy

La teleportación cuántica consiste en reproducir a distancia la información de una partícula para obtener otra exactamente igual. No sería correcto hablar de copia, pues ambas serían completamente indistinguibles e intercambiables.

A modo de ejemplo muy burdo, sería como si yo escribiese con un Bic azul en un determinado lugar de un folio en blanco Guarro los caracteres 'HILILLOSH', con un determinado tamaño y forma. Una vez escrito, se lo comunicaría por teléfono (o por fax, e-mail, Skype, Facebook, etc.) a un amigo que está aguardando en Pelotas (Brasil) con su folio en blanco Guarro y el mismo Bic azul. Este colega ubicado en Rio Grande do Sul escribiría en su hoja los mismos caracteres en el mismo lugar y con la misma forma: su hoja sería indistinguible de la mía (insisto en que el ejemplo es muy burdo, porque la hoja no sería exactamente igual, ni la tinta del Bic ni el pulso de quien escribe 'HILILLOSH').

Lo cierto es que en 1997 se llevó a cabo la primera teleportación exitosa de un fotón. Aunque se teleportó a una pequeña distancia, el experimento hubiera funcionado a miles de kilómetros (incluso lo haría a miles de millones de años-luz, aunque en ese caso habría que esperar miles de millones de años -el tiempo necesario para que llegue la información transmitida de un lado a otro- para ser coetáneos de su realización).

Lo que algunos físicos se han planteado es la posibilidad de teleportar agregados de partículas, como son los átomos, las moléculas o los propios seres vivos (humanos inclusive). Si teleportar un fotón es complejo, podemos imaginarnos lo que sería intentarlo con una molécula. Y ya resulta inimaginable la complejidad técnica de teleportar toda la información de un humano, un agregado de cuatrillones de partículas. Ahora bien, se trata de una limitación tecnológica pero no física: una civilización superinteligente -la nuestra dentro de miles de años o quizá una evolucionada a partir de las bacterias terrestres actuales dentro de siete mil millones de años- podría disponer de las herramientas para llevarlo a cabo. Si así fuera, se plantearía una turbadora duda metafísica: ¿dónde está la identidad del individuo teleportado?... ¿Solo en el original?, ¿en su copia?, ¿en ambos al mismo tiempo?

Por ejemplo, imaginemos que la información que define al agregado de partículas 'Mariano Rajoy', ubicado en su despacho de Moncloa, fuese reproducida en la High Street de Gibraltar, en el desierto de Gobi y en un planeta extrasolar (o exoplaneta) ubicado a 14 años-luz de la Tierra. Si hiciéramos la teleportación esta misma tarde, un tipo exactamente igual a Rajoy (insisto: lo correcto sería decir otro Rajoy, no menos auténtico que el de Madrid) empezaría inmediatamente a andar por las calles del Peñón y por las dunas del desierto centroasiático para asombro de llanitos, mongoles y, sobre todo, del propio don Mariano. En el momento 0, los Rajoy de Gibraltar y Mongolia tendrían exactamente la misma configuración física y mental, los mismos gustos, recuerdos y complejos, que el de Moncloa. A partir de ahí, cada uno empezaría a recolectar distintas experiencias, a seguir diferentes caminos que harían que su estado físico y mental fuese divergiendo. Quizá el de Mongolia se hiciera budista tras un encuentro con un monje zen en el desierto, quizá el de Gibraltar empezase a hablar con acento andaluz al cabo de los años (si estableciera su domicilio en la colonia británica)...

Más desconcertante sería el caso del Rajoy de un exoplaneta, al que llamaremos Ivano-MMXII y supondremos adscrito a un sistema solar binario. Dentro de 14 años llegaría a nuestro interlocutor de allí (un extraterrestre inteligente, obviamente) la información necesaria para reproducir a nuestro presidente, de tal modo que don Mariano aparecería súbitamente en lo que para nosotros sería el año 2026 con el aspecto físico y el bagaje de experiencias del 9 de junio de 2012. Con la mente agitada por el rescate de la banca española y el inminente debut de la Roja contra Italia en la Eurocopa, Rajoy se vería a sí mismo rodeado de extraños seres en un planeta no menos extraño con dos soles en el horizonte. En el momento 0 en Ivano-MMXII estaría igual que sus homólogos en Madrid, la Roca y las arenas de Gobi el 9 de junio de 2012, pero no tardaría en empezar a recibir nuevos y sorprendentes estímulos. Advirtamos además que en ese momento 0 sería coetáneo de los Rajoy terrestres de 2026.

Volviendo a lo anterior: ¿quién es Mariano Rajoy?, ¿se trata solo de una singular disposición de partículas, de un mero paquete de información expresada en el espacio-tiempo? Si el Rajoy presidente en Madrid pereciese por la ingestión de unos chuches envenenados introducidos por Esperanza Aguirre en la cocina de Moncloa, ¿sería correcto decir que don Mariano ya no existe?... Y, olvidándonos ahora de la teleportación, ¿si existiesen infinitas copias de él -y de todos nosotros- en el multiverso, con sus correspondientes mentes?...

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