viernes, 24 de mayo de 2013

Los frutos de la ignorancia científica

Hace casi tres años, en los inicios de este blog, escribí una entrada dedicada a los humanistas incultos, esos eruditos que no solo no tienen pajolera idea de ciencia sino que incluso llegan a presumir alegremente de esa ignorancia. Más adelante me metí con la filosofía, que en buena parte se ha convertido en mera palabrería al haberse desvinculado de los saberes científicos (lo viene diciendo Stephen Hawking desde hace tiempo).

Acabo de leerme un libro estupendo: Las lágrimas de San Lorenzo, de Julio Llamazares. Con independencia de sus valores literarios, he reparado en dos errores de Llamazares que pasarían por alto a todo aquel que no esté algo interesado en la Física o la Cosmología: en primer lugar, las estrellas fugaces no son estrellas (como se dice varias veces en el texto) sino muy pequeños fragmentos de meteoritos que penetran en la atmósfera terrestre y se encienden a su paso; por otra parte, el tiempo no es infinito, ya que tuvo un inicio (en el big bang) y tendrá un final (presuntamente, en la muerte térmica del Universo). Obviamente, esto carece de importancia porque se trata de detalles accesorios en una hermosa novela -recomiendo mucho su lectura- que reflexiona en tono intimista acerca de la cortedad de la vida y la extrañeza ante el paso del tiempo.

Sí que es grave la ignorancia científica cuando se filosofa (o se pretende filosofar). Hace días me leí una entrevista a Adela Cortina en Babelia que me ha vuelto a presentar como acuciante la necesidad de conjugar humanidades y ciencia para hacer un buen trabajo en ese ámbito. ¿Cómo se puede ser un buen epistemólogo sin tener nociones de Neurociencia? ¿Cómo se puede escribir sobre Ética sin saber algo de Biología? (para tener una cierta comprensión de lo que es la vida -no solo la humana- y constatar, entre otras cosas, que nuestro sistema nervioso no difiere del de los cerdos u otros mamíferos) ¿Cómo se pueden aventurar hipótesis metafísicas sin la más remota noción de Cosmología moderna? Dice Cortina, especialista en Ética, que los chimpancés solo son "maximizadores racionales" (los seres humanos seríamos, a diferencia de esos simios, "fundamentalmente cooperativos y reciprocadores"). ¿De dónde se ha sacado eso? ¿Esta mujer no ha visto nunca un documental de animales de La 2 (ya no le pido que se lea a Frans de Waal)?... La entrevista está salpicada de obviedades y lugares comunes ("Hemos de construir solidariamente un mundo justo", "cambiar a mejor es posible"...) e incluso contiene algún disparate: "El individualismo es falso. Es una abstracción, una creación" (acuérdense de esta frase cada vez que se pillen un dedo en una puerta). Si leemos a Fernando Savater o a José Antonio Marina nos encontraremos con más de lo mismo, aunque por lo menos hay que agradecerles -también a Cortina- su buena sintaxis (otros ni siquiera pueden escribir un párrafo legible).

1 comentario:

Adolfo dijo...

Hola Nico, como siempre, dando en el clavo. ¿Cómo se puede hablar de ética, lo que es bueno o malo sin saber las consecuencias que nuestros actos tienen en el cuerpo y mente de los otros seres y el nuestro propio?, y eso es ciencia.
Si la filosofía es el "amor por la sabiduría", ¿la ciencia no es sabiduría?, y seguramente menos opinable y más certera que las disquisiciones que hacemos con nuestras pajas mentales.
Por lo demás, es cierto que no podemos saber de todo, y hay deliciosos errores que no estropean el resultado final, como las explosiones con fuego en las películas del espacio...es que sin fuego no sería lo mismo.

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