martes, 14 de febrero de 2017

Preguntas y respuestas dentro del Universo


El Universo es un objeto complejo con abundante información que funciona conforme a determinadas reglas o leyes. Hay un orden, lo que parece evidente pero no tendría por qué ser así: de hecho, el propio Albert Einstein se sorprendía de que pudiese ser explicado y entendido: "Lo más incomprensible del Universo es que sea comprensible".

Para responder en este mundo a preguntas como los "qué", "quién", "cuándo", "dónde", "cómo" o "cuánto" disponemos los humanos, además de inteligencia natural (igual que los demás animales), de una útil herramienta llamada ciencia que se fundamenta en la observación, la razón y un estricto método. La serpiente es, según la ciencia, un reptil del orden Squamata originado hace unos 140 millones de años a partir probablemente de la evolución de algún lagarto acuático. Pero según una herramienta alternativa de abordaje de la realidad que podríamos etiquetar como religión-tradición-superchería, la serpiente es un animal castigado por Dios a arrastrarse sobre su vientre por haber incitado verbalmente a la primera mujer -a su vez hecha de la costilla del primer hombre, creado el mismo día que la serpiente y solo seis después del supuesto inicio del Universo- a comer una fruta prohibida.

Los "para qué" también pueden ser respondidos por la ciencia sacando de su chistera el potentísimo concepto de selección natural. En tiempos precientíficos nos encomendábamos a la religión o la teleología de Aristóteles, quien sostenía que todo tenía un propósito en la Naturaleza. Víctima de ese ingenuo teleologismo, un teólogo cristiano llegó a decir en el siglo XVIII que Dios había dispuesto que los conejos tuvieran la cola blanca para que los humanos pudiéramos cazarlos más fácilmente. Entonces, ¿para qué tienen colmillos grandes los leones, largas patas las gacelas o cerebros potentes los humanos? Usando la luminosa lámpara de Charles Darwin, solo hay una respuesta inequívoca: para sobrevivir. ¡Pero no es que tengan esos rasgos para sobrevivir, sino que gracias a ellos han sobrevivido -y transmitido sus genes- y por eso los tienen!

Muchos "por qué" tienen también una respuesta científica (otra cosa es que los humanos aún no la hayamos encontrado). Dentro de este género de interrogantes se incluirían el por qué la Tierra está a 149 millones de kilómetros del Sol, por qué hay oxígeno en la atmósfera terrestre, por qué existen los psicópatas o incluso por qué la bandera catalana tiene barras amarillas y rojas. Siempre hay una explicación fisicalista final (hasta donde conocemos) a todo, pero la respuesta sensata a las tres preguntas anteriores ha de darse en ámbitos diferentes: la primera debe ser competencia de la Física (tiene que ver con la masa de nuestra estrella y de los discos protoplanetarios de polvo y gas que gravitaban en torno a ella durante la formación del sistema solar); en la segunda hay que convocar a la Química y la Biología (las cianobacterias fueron, con su respiración, las que oxigenaron la atmósfera terrestre hace más de dos mil millones de años); en la tercera, a la Biología (la psicopatía es un rasgo premiado por la selección natural por otorgar una ventaja a sus portadores); y en la cuarta, solamente a la Historia y acaso la Psicología (esa curiosa anécdota probablemente legendaria del escudo dorado de Wifredo el Velloso que quedó manchado de rojo por su sangre en una batalla). La respuesta genérica fisicalista a estos cuatro casos sería la de "porque necesariamente había de ser así conforme al estado inicial del Universo y sus leyes": determinismo y reduccionismo extremos, pero no por ello menos ciertos.

¿Y por qué ese estado inicial y esas reglas?... Aquí las respuestas parecen resistirse. Recurriendo al comodín del principio antrópico, podemos ofrecer una explicación a por qué la constante gravitatoria tiene el valor que tiene y no cualquier otro o por qué la masa y la carga del electrón son las que son y no otras: ¡pues porque de lo contrario no estaríamos aquí para contarlo! La existencia del Multiverso nos permitiría entender que no hay nada raro en esto: hay infinidad de universos con parámetros físicos diferentes y nosotros vivimos en uno de ellos que, por razones obvias, es compatible con nuestra existencia. Por supuesto, esto va más allá de la ciencia y de momento cae dentro del ámbito de la metafísica (lo que no obsta para que pueda ser cierto).

Otro tipo de respuesta al "por qué" es sencillamente "porque sí", caso de toparnos con verdades absolutas evidentes cuya negación es ilógica (tautologías): no otra respuesta puede darse a la pregunta de por qué 2 más 2 es igual a 4 o a la de por qué la raíz cuadrada de 9 es 3. Por mucho que las Matemáticas sean incompletas en el sentido apuntado y demostrado por Gödel (o sea, que haya proposiciones lógico-matemáticas que no puedan ser demostradas matemáticamente), es inconcebible que 2 más 2 sea 5. Y por muy florido que sea el Multiverso, este no puede contener universos en los que la raíz cuadrada de 9 sea 4. El físico y matemático Roger Penrose sugiere que hay una realidad platónico-matemática que trasciende el mundo físico, a la cual estaríamos conectados los humanos -como toda criatura consciente incrustada en el espacio-tiempo- de tal modo que percibimos verdades indiscutibles que no son internamente demostrables.

En fin, no dejemos de hacer todo tipo de preguntas mientras sigamos actuando conscientemente dentro del Universo. ¡Preguntad, preguntad, malditos! Eso sí, procuren ustedes encontrar respuestas racionalmente (sobre todo, por la cuenta que les trae).

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