sábado, 12 de marzo de 2016

Engaño y error

El engaño es una herramienta de la inteligencia que, para consumarse, requiere del error del agente al que va destinado: las consecuencias para éste pueden variar desde la inocuidad hasta la fatalidad. No otra cosa que ingenioso engaño es la atracción de insectos por algunas orquídeas cuyas flores semejan -e incluso huelen como- hembras de su especie. Los insectos macho intentan copular con las flores tomándolas por sus compañeras de sexo contrario, lo que hace que se llenen de sacos de polen (en caso de flores masculinas) o que los vacíen (en caso de flores femeninas). En este ejemplo, los insectos son utilizados por la planta para su reproducción y no sufren daño alguno. No corre la misma suerte el insecto atrapado por las hojas (ascidios) de una planta carnívora.

El mundo natural está lleno de ejemplos de engaños y trampas. Al igual que la vida social humana, como no podía ser menos. Hay engaños para depredar, para copular, para evitar predadores (pasando desapercibidos como los camaleones o dando una falsa apariencia temible como los sífridos, moscas con aspecto de avispas o abejas), para escaquearse de tareas comunitarias, para pagar en B a los dirigentes de un partido político...

Por supuesto, en el fondo de todo ello no hay voluntariedad alguna -algo sí en el caso de los pagos en B o en el despido en diferido de un contable- sino genuina selección natural: no es que una planta decida tener flores con forma de insecto para así embaucar a los insectos macho, sino que las plantas con esas flores (producto de sucesivas mutaciones) han pervivido precisamente por ese motivo. O sea, que el engaño -al igual que la agresividad y la psicopatía- ha sido premiado por la selección natural (no desesperemos: también la compasión y la cooperación).

Por otra parte está el autoengaño. Dice Unamuno en sus Ensayos, a mi juicio con poco tino: "Vale más el error en que se cree que no la realidad en que no se cree". Para el autor de El sentimiento trágico de la vida, la fe es un "absurdo" al que decide voluntariamente abrazarse para dar sentido a su existencia: es, por tanto, un elemento funcional en la medida en que le permite seguir viviendo. Lo cierto es que la religión no solo da consuelo personal sino que tiene una importante función social cohesiva. Pero no es una guía válida para quienes persiguen la verdad (no la que supuestamente te hace libre).

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